viernes, 12 de septiembre de 2008

A la espera de mi futuro pero andando camino

Bueno, siento haberos tenido abandonad@s pero aquí estoy de nuevo. Ahora me encuentro haciendo mis últimos exámenes de la carrera (si Dios quiere y todo va bien) para obtener el tan ansiado título de "Licenciada en veterinaria".
Como muchos de vosotros sabéis mi pasión siempre ha estado del lado de los caballos, ese animal que tanto me dio, me da y me seguirá dando. He tenido siempre en mi cabecita loca el runrun de "Un caballo sin patas no es un caballo" y cierto es, cierto es. Es por ello que mi especialización irá dirigida exclusivamente a esas cuatro columnas que erigen a este animal, que le dan fuerza y poder, que le permiten moverse y por supuesto, ser lo que es...un caballo.

Obtenga el título o no este septiembre, iré a la Escuela Sierra Norte de Herradores para formarme en este "otro mundo" que es el gremio de herradores. Un gremio que sin la pasión que ponemos algunos de los jóvenes actuales, estaría avocado a la extinción, pues debéis saber que la vida útil de herrador apenas llega a los 45 años (y ya alargo demasiado) dado que los riñones no soportan tanta tensión y esfurzo durante mucho tiempo. Se dónde me meto. Un mundo casi púramente de hombres, donde aparte de maña se necesita fuerza, donde luchar contra la mentalidad antigua y tradicionalista será un reto diario,donde no hay hueco para las mujeres. Pero donde otros fracasaron yo triunfaré.

Y os cabrá preguntaros: ¿pero si has hecho veterinaria, por qué herradora? es de sobra conocido que los veterinarios y los herradores no se llevan excesivamente bien, pues uno corrige lo que el otro diagnostica, y claro, sin uno no hay otro. Los herradores andan en esa especialidad media entre el fracaso de la medicina veterinaria y la cirugía de la misma (hablamos de herraje corrector claro). Pues si bien no usan medicamentos, ayudan a corregir a largo plazo problemas que con mentalidad veterinaria se destinarían directamente a un quirófano. Y claro, he aquí el enorme dilema (mental y de bolsillo) del propietario del animal; tras recibir la noticia de "oiga señor su caballo está cojo", seguido de un "o cirugía o nada (o 12000 euros o su caballo se sacrifica)" viene un buen hombre y le dice, si usted me da 250 euros (cada 2 meses), yo le aseguro que en 1 año el caballo puede volver a competir (no a alto nivel) pero andará, y no pasará por quirófano (ni usted por el banco a por un préstamo porque su hijo le ha cogido cariño al caballo).
Abusaré de cargo, y ya con la licenciatura y 7 años más que de sobra sudados, haré un master en cojeras y lesiones deportivas, porque como siempre digo: "para curar cólicos hay mil veterinarios".

Me ayudaré de mi francés para poder acceder a ir al CIRALE (centro de lesiones locomotrices en Francia) y trabajar con M. Denoix, un reconocido veterinario en esta especialidad.

En dos años trabajararé en lo que quiero, me levantaré todos los días para trabajar en algo que me encanta y me apasiona. Una vez instalada cómodamente en la sociedad haré el doctorado, afrontando un trabajo que por enorme nunca se ha hecho: la historia del caballo y el herraje. Por gusto y placer. Porque compaginaré mis dos grandes pasiones: historia y caballos. Y voilà, quien sabe. Lo mismo cuando me jubile me pongo a pasar mi experiencia y pasión a los que apretan desde abajo, a las nuevas promociones.

Esto es mi meta. Quiero ser útil, ganarme la vida más que honradamente y, si el destino quiere, que mi nombre nunca se olvide para aquellos con los que me cruce.
Os contaré mis andanzas en el mundo.