Bueno chavales, esto se acaba...

Afronto la recta final con ganas la verdad. Necesito a mi gente y a mi familia, a mi país y sus tradiciones, a mi lengua materna y a las cañas y las tapitas con los amigos en las terracitas Toledanas.

Parte de mí sabe que echará de menos esta escuela y sus cursos y prácticas. Echará de menos los aprobados y el aprendizaje fácil y definitivo. Echará de menos a los pocos que se han atrevido a conocerme y que se me han dado a conocer. Echará de menos, en definitiva, la experiencia de vivir en un sitio tan diferente.

Estoy en la última semana, haciendo exámenes y resolviendo papeleo, finiquitando como quien dice mi estancia aquí, dehaciendo todo lo que tanto esfuerzo y trabajo que costó al principio, ultimando los detalles de mi partida y "borrando del mapa" mi existencia aquí.

Me vuelvo cargada de regalos, el más valioso el de la amistad de Rocío, una niña salerosa que ha amenizado y alegrado mis días con sus ganas de vivir y trabajar, con su sonrisa perenne y sus chistes y risas. Pero también me llevo una ristra buena de aprobados, la impresión de saber manejarme en una lengua extranjera, las imágenes bellísimas de París de noche o la tumba de Chopin o Wilde, el recuerdo de sonidos diferentes y el misticismo de Chartres. La sensación de libertad y neutralidad de Suiza o las callejuelas y el ambiente español de Montpellier. Con todo ello formaré un grato recuerdo que espero sea contado con alguna que otra lagrimilla a mis nietecillos algún día.

Termino mi estancia con el corazón rebosante de nostalgia y al mismo tiempo de descanso.

Y parafraseando a Bogard: Siempre me quedará París...